Esta vez, no habré de
escribir para ningún humano existente de esta tierra.
Esta vez, mi escrito va
dirigido para alguien más sublime, más especial.
Carta a...
“Mi amado dios”
“Mi amado dios”
Contigo, cuándo antes tan
solo, en mis años de juventud rezaba, creía que rezaba, y era suficiente
hacerlo en cada noche o día.
Más los años pasaron, entonces
con el sufrimiento de ellos, fui aprendiendo, que no era solamente rezar, era
más bien platicar contigo que me conoces tanto.
¿Recuerdas cuánto sufrí?
Sin embargo, y aunque ahora estoy tan solo, te doy tantas
gracias por el aquel ayer, por mis sufrimientos que, aunque no concibo el ¿Por
qué? Te doy gracias.
Mi carácter era entonces tan difícil, ¿Te acuerdas?
¡Cuánto tuve que luchar contra mi mismo, mi ser interior y
subconsciente, aproximados 20 años luchando contra mi enojo que a mi mismo, me
hacía sufrir.
No entendí nunca el ¿Por qué de ello? Pero cuándo quise seguir con mi educación… tal vez, como
ideal absurdo de mi “Madre en vida” por un supuesto respeto y admiración por mi
persona humana, creo…
¡Ni lo logré, y encima, quede tan solo!
Querer aparentar alguien
quien yo, no era, esa faceta de “General” ante mi familia, mis compañeros o
aquél que me rodeara, era tal vez, una especie de ¿Escudo, para que los demás
me respetaran según, o no me hicieran sufrir?
Fui creciendo y pase a
ser “Padre” y cuándo ame tanto a mi primera hija… ¡La perdí para siempre!
Quería darle toda mi ternura, mi amor, mi paz, mi todo
entero de bondad, más… se me fue.
¿Será acaso esa la causa, de mi exagerado cambio de mal
carácter, relacionada con aquella pérdida?
Solo sé que los años pasaban y no era feliz, intentaba
serlo, más no podía, tome algunos pequeños tratamientos psicológicos ¿Recuerdas?
Pero,
O terminaba gustándome o enamorándome de las doctoras, o
pensaba
¿Erróneamente, que lo que querían de mi, según por tantos
traumas de mi infancia, someterme a terapias más continúas donde ellas ganarían
más dinero y yo, dude?
¡Todos los tratamientos abandoné!
Fueron muchos, y años de intentos, más, creí podría solo
vencerlo, tampoco pude, pero mis problemas sufridos de la niñez se acrecentaban
tanto en mi juventud y pre madurez, que termine destrozando y destrozándome a
mi mismo de todo lo que quería… ¡Mis siguientes hijas!
Uniones matrimoniales insanas, mal encaminadas por
inexperiencia y falta de conocimiento
¿Recuerdas cuántas veces te grite ayuda?
Hoy, te doy gracias, porque me has amado tanto, protegido,
que, no tengo palabras para decirte cuánto me has enseñado.
Fueron años tan difíciles de mi vida que…
¡De cuántos intentos de suicidio me salvaste! ¡Accidentes
increíbles, saliendo propiamente ileso! Con consecuencias físicas obvias, pero
por tu ayuda y mi lucha… casi imperceptibles al ojo humano de esta sociedad
juzgadora.
¿Cómo no te voy a gradecer?
Sí tanto me has cuidado y salvado. Más, que difícil ¡Oh, mi
dios!
¡Cuánto tuvo que pasar,
cuánto tuve que perder, para lograr la poca o mucha sabiduría actual!
Entonces, después de mi primer fracaso matrimonial me
uní a una mujer hermosa
¡Más por pasión! que
por amor…
Y al igual ella, ¡Más
por protección y conveniencia a su hija! y no amor…
Tuvo que venir tardía una fuerte decepción, al amar ella, a
quién según ¡Sí era! El amor de su vida… Ocasionándome un fuerte infarto, con
otros después, para que al fin…
Por extrañeza de los médicos a antecedentes de males
cardiacos, intentos de suicidios, insomnios constantes desde niño y por largas
temporadas, accedí a todo un tratamiento de psicología, psiquiatría,
cardiología, medicina general, nutriólogo, dentista y más, para salvarme a mi
mismo.
Vino tu ayuda
verdadera que, aunque desde pequeño me ofrecías, la sentí tardía, sí, estaba ciego,
podía ver el árbol más hermoso frente a mí, sin verlo o apreciarlo. El animal
más tierno, cariñoso y amado, y yo… ¡Ni siquiera saber, que en verdad era un
gran pedacito de ti, para mí, de amor y cuidado!
¡Cuánto oh, mi señor, ha
tenido que pasar, que aprender, que perder, para darme cuenta real de tu luz!
¿Por qué de tanto sufrir? No entiendo, pero tampoco te
cuestiono.
Pero al fin… ha llegado
tu luz…
Gracias a ti, y al
tratamiento psiquiátrico y psicológico y mi fuerza de voluntad
¡Ahora, si soy feliz!
Más… ¿Por qué tan tarde, porque ahora, que lo he perdido
todo?
Un tratamiento que si hubiese tenido desde joven, mi vida
hubiese sido otra, me hubiese casado, con el ideal de mujer que tanto añoraba,
esperaba, tenido una familia ¡Feliz! Más, no sé por qué tuvo que pasar así, tus
designios los desconozco, pero te
agradezco que ahora
¡Todo estoy rápidamente entendiendo!
Pero a veces también me pregunto…
¿Te pregunto, por qué tan tarde, por qué ahora, que he
perdido toda posibilidad de amor, economía o hasta salud física, casi en mi
último lecho de dolor?
Tuve que comprender tan tarde que sin querer o desear,
consciente o inconsciente
¡Yo mismo lo cause!
¿Recuerdas cuán enojón era? A veces, ¿Déspota? ¡Tanto error!
Ahora estoy curado…
Ahora cada cosa la disfruto, un árbol, una planta, un
animalito que me da su amor, un platillo que disfruto, una caricia que ya casi
nadie me da, un beso de amigos, ¿Porqué ahora que he perdido todo?
¡Por qué no pude darme cuenta consciente a tiempo! Que lo
que estaba sembrando, ¿Sería mi propia cosecha de soledad en el mañana por tan
penoso error?
Ahora todo lo entiendo, desde el hecho inútil del sufrir por
la carestía del dinero porque quería darle a mi familia lo mejor, hasta mi
enojo por la absurda desesperación al intentar según educarlas, sin amor, con
¡Tanto error! Tanta impaciencia de desconocer que podría en el futuro,
¿Quedar sin amor y tanto dolor?
Te doy gracias, por qué me has concedido verlo a tiempo o
destiempo, algunos ¡Jamás siquiera lo ven! Creo en ti, en tu amor, y aunque las
causas de mi sufrir desconozco, sé que ahora, podrá entonces
¿Llegarme algún amor?
Tú sabes que soy tuyo, que estoy en tus manos y disposición
de lo que quieras de mí, si vivo o muero, pero antes, antes ¡Lucharé y lucharé!
¡Llegar lo más alto
posible, que todos me reconozcan, aunque después de muerto!
Pero al menos sepan, que ¡Luche siempre, por intentar,
ser el mejor!
¿A quién le tocara juzgarlo? Solo a ti…
¡Ayúdame a jamás soltarme de ti, soy tonto y menso y las
veces que lo hice, tan lejos, de ti, me perdí!
Yo, no se que siga ahora…
Tu si, pero con toda mi humildad te pido, que lo que venga,
me des toda la fortaleza que me queda, para alegrarme o llorar, para resistir
lo que ahora haya que vivir.
Carta a ti, mi Dios.
José
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