¿Alguna vez, te has puesto a
pensar sobre, el que hacer , cuándo estes?
Dejando el mundo
Es probablemente un tema poco
común, o que nadie
¿Quisiéramos ni siquiera tocar?
No es fácil saber que algún día,
el momento nos llegará,
y por obvias causas no estamos
preparados.
Pero, ¿A qué temer?
Teme, aquel que por sus obras y
actos, sabe muy internamente que no ha obrado muy bien, que esta vacio, que no
pensó jamás en la probabilidades de un
¿Juez supremo?
¿Qué palabras crees que serían las
primeras que escucharías al morir?
¿Qué cosas hiciste para bien, que
para mal? O
Y, que fue lo que realizaste con
todo tu amor?
¿A quién o quienes hiciste bien o
mal?
¿Por qué?
Realmente serían juicios que
podrían dejarnos pensando por un gran rato, pero, y si hay ¿Derecho al
arrepentimiento verdadero, íntegro y real, al perdón hacia tu prójimo, o a ti
mismo, crees que el juicio sería por igual?
¿Quién imaginas que enjuicie
peor, el ser supremo o el humano?
¿De quién considerarías más fácil
un perdón?
A través del camino de una vida
humana, pueden existir grandes, o pequeños errores, sin embargo, por
cualesquiera de estos, de todas
modos tú, te juzgaras igual por el
poder de la consciencia, aquél que solamente te llegará a ciencia cierta al
paso de muchos años, entonces, el mismo ser humano que te rodee, será el
primero en otorgarte o no, su perdón.
Es un tanto triste pensar que los
peores jueces son los humanos mismos, con o sin derecho, intervenimos a diestra
y siniestra, en las vidas de los demás, opinando para bien o para mal, desde el
¿Cómo te vistes, porque, para qué
etc.?
Y sin contar las intromisiones
hacia la influencia para desear o querer que alguien actúe, como quisiéramos
que nosotros actuamos.
El ser humano ha acumulado una
serie de errores como valores a conveniencia de su “yo” mismo, y es por ellos o la falta de ellos por los que en
su mañana se le juzgará también.
El concepto de vida actual, es
un manojo de alegrías disfrazadas de invalores, donde la frase predominante es y será
“Vida, sólo hay una, y hay que
disfrutarla”
En ello, estoy totalmente de
acuerdo pero,
¿Por qué no disfrutarla sin hacer
daño, o mezclar a otros y empaparlos de nuestros errores?
Es cómo desear emborracharse
¡En soledad, no hay emoción!
¿Necesitamos de un acompañante
para desahogarnos o sumirlo en nuestros propios problemas?
¿No acaso, sería mejor encontrar
a alguien idóneo que conviva con nuestra pena en solo instantes y no constantes
de intoxicación?
Una, dos, cien veces es válido,
tan válido como que somos humanos y alguna vez, sentiremos querer desahogar
nuestras penas en el hombro de otros, pero no los arrastremos hacia el abismo
mismo de nuestra propia pena.
La desaparición del cuerpo vivo
en vida, es una transición inconcebible de misterio y dudas, pero ¿Porqué no llevar el camino lo más recto
posible?
De todas formas;
“Por recto o desviado que te
parezca, tú mismo te juzgarás”
José
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